Ideas sueltas sobre inmigración e integración
Por Fabio Rabinowicz
Regueros
Europa
está viviendo desde hace mas de cincuenta años un momento crucial en su historia. De un continente de emigrantes pasó a ser un continente con
un número muy importante de inmigrantes.
Emigraron
de Europa hacia el resto del mundo millones de personas, principalmente a
partir de finales del siglo 18 por causa de las guerras o de dificultades
económicas.
Entre
1870 y 1930 se desplazaron a América cerca de cuarenta millones de individuos,
principalmente a Estados Unidos que acogió a mas de 27 millones seguidos
por la Argentina con mas de 6
millones de inmigrantes, Brasil y Canadá con 4 millones cada uno, Cuba con 600.000 y Uruguay con
500,000. Otro polo de atracción
para los emigrantes europeos se dio principalmente en Australia y Sur Africa
con mas de 4 millones de inmigrados
Estos
inmigrantes no se asimilaron ni tuvieron que integrarse a sus nuevos países de
acogida , sino por lo contrario impusieron sus costumbres, y en la medida que
pudieron también su idioma, como en el caso de Filipinas, donde se impuso el
ingles a costa de otro lenguaje
europeo impuesto anteriormente por el coloniaje
español
Las
poblaciones aborígenes, diezmadas en América en la época de la colonia fueron
sojuzgadas por los nuevos dueños.
Esa es la razón por la cual la mayoría de los gobernantes y la clase
dirigente de esos países sea de origen europeo, aunque la población mayoritariamente
sea indígena como es el caso de Brasil, México, Perú y Ecuador. Solamente ahora en Bolivia se ha roto parcialmente
esa tradición en el caso de su gobierno, no así en la clase dirigente.
El
fenómeno actual de emigración hacia Europa es diferente. A partir de 1959 las empresas alemanas afrontaron una falta
grave de mano de obra. El entonces ministro de trabajo promovió la contratación
de mano de obra extranjera proveniente
de Grecia, España, Turquía, Portugal, Marruecos, Túnez, y Yugoslavia. Muchos
de estas personas llegados con
visas de trabajo, eran musulmanes que nunca pudieron integrarse completamente a
la cultura alemana y mantuvieron sus lazos con su madre patria. La realidad es que a pesar de que
llevasen viviendo muchos años en ese país y tenido hijos nacidos en territorio alemán,
fueron considerados como extranjeros temporales durante un período muy
prolongado y poco se hizo para lograr su integración plena a la sociedad.
Claro
que para nosotros los judíos, eso no nos debía extrañar, puesto
que se parece a nuestra historia
de pueblo segregado. Aunque
siempre respetamos la cultura oficial del país que nos acogía, no nos sentíamos
seguros, basados en nuestra historia de expulsiones y por tanto procuramos no
mezclarnos y menos asimilarnos por temor a perder nuestra identidad.
Si
esto es así por que nos extraña que los musulmanes no se asimilen y mantengan el
turbante o incluso la burka de las mujeres musulmanas? En algo se parecen a las pelucas de las
mujeres o a los gorros de piel de nuestros correligionarios ortodoxos quienes
mantienen un ropaje que los
distingue de los demás, incluso en
Israel. Es más, también los
religiosos seculares desean usar libremente la kipá , que nos distingue de los
gentiles.
Desde
la guerra en Irak y Afganistán y la crisis de Siria y el derrocamiento de
Gadafi en Libia, los refugiados procedentes del medio oriente huyendo de la
guerra se han incrementado notablemente.
Esto unido a las guerras civiles en Africa y a las hambrunas han llevado
a una crisis de emigrantes que aún no ha podido ser solucionada. En este aspecto, Alemania ha sido líder
procurando minimizar el sufrimiento de estos nuevos expatriados.
El
papel de los inmigrantes puede ser muy positivo para el mercado laboral y el mantenimiento del
estado de bienestar en Europa. La
verdad es que la baja taza de
nacimientos hacía peligrar el sistema y son los nuevos ciudadanos de
origen extranjero los que con el tiempo alimentaran los sistemas sociales.
Pero
esto trae nuevos problemas. Se
aceptará el multiculturalismo?
Corre peligro la vieja cultura europea? Estas discusiones alimentan los nuevos nacionalismos de
corte extremo derechista, racistas y xenófobos, reforzados por el efecto perturbador del
terrorismo del daish y otros movimientos extremistas musulmanes, que tienen sin
duda, un buen caldo de cultivo en las juventudes desadaptadas.
La
situación ya de si compleja se agudiza con la nueva crisis desatada por el
referéndum para cambio de la constitución en Turquía. Erdogan, que poco a poco instaura un régimen dictatorial en
su país ha estado acostumbrado a realizar mítines políticos ante la comunidad turca de Europa. Esta situación se había venido tolerando dado el papel que ese
país juega en la regulación de los volúmenes de refugiados que llegan a Europa,
pero ante la represión desatada por el régimen contra la oposición y contra la
prensa, se le han empezado a poner cortapisas a estos encuentro proselitistas,
tanto en Alemania como en Holanda.
Que
sorpresas nos esperan? El tiempo lo dirá, pero el futuro cercano parece turbulento.
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